lunes, 6 de junio de 2011

Silencio

Te miro detenidamente a la cara, tan pálida que refleja ausencia de vida, tus ojos abiertos me miran fijamente. Yo que te amo, yo que por ti daría mi vida, ¿Ahora ya no me hablas?

Se que he cometido errores, que en esos días, de lento pasar, la rabia recorría mis venas y que solo estabas tu para escupirte mi odio. ¿Pero si las heridas ya han cicatrizado por que te niegas a hablarme? 
Tan frío se ve tu cuerpo y tan desordenado tu pelo, tu cara inexpresiva me mira y me desespera no encontrar en ella expresión alguna. Si por lo menos viese rechazo en tu cara mis ansias se calmarían, pero no, ni siquiera eso, solo veo indeferencia. Tu silencio es como un grito en mis oídos, tu inexpresión es el odio mismo que me agarra por el cuello, ¿Es así como haz decidido vengarte de mí, de todo lo malo que te he hecho?
Me gustaría que recordases lo bueno que has vivido conmigo, aquellas risas, abrazos, besos, noches que en segundos se volvían mañanas. Pero eso nunca fue suficiente para ti, tú querías más, siempre más. Más de tu vida, más de nuestro hogar, más de tus amigos y siempre quisiste todo de mí. Por eso ahora estas ahí tan callada, esperando que algo quiebre el frío que impera en la habitación. Estas ahí con un agujero en tu corazón porque siempre quisiste más de lo que te pude dar, la pared blanca que esta detrás tuyo esta manchada con sangre porque es más fácil apagarte que olvidarte. En fin amor mío, tu sabes que aunque la rabia me controla, en ocasiones, siempre te amaré.
Pero ahora debo irme mi vida, oigo sirenas a lo lejos y cada vez las oigo más cerca. A pesar de que eras tu quien deseaba dejarme, ahora deberás quedarte aquí y seré yo quien te deje, te amo.

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