jueves, 5 de julio de 2012

Dunkel


Parecía como si Max tuviera que llenar el Sahara de agua, siempre se sentía así cuando debía rellenar formularios, sobre todo un domingo. Sentado mirando los papeles en blanco y la madera oscura del escritorio, no hallaba el deseo de inmortalizar la información de un muerto. Nunca le molestó ser el administrador de la funeraria de su padre, solo le molestaba tener que llenar su cabeza con nombres, edades y razones de defunción de gente que ya no existía. Max no entendía el aspecto espiritual de la sepultura, para él la belleza recaía en lo tangible. La madera de pino oregón, castaño y raulí se fusionaban con claveles y gladiolos para hacer las más hermosas puertas al descanso. Sus clientes solo querían deshacerse de la carne tiesa y llorar un tiempo, ver la palida cara, vestirse de negro e irse sin imaginar como los gusanos se darán un banquete con su ser querido.
-Solo viendo cuerpos inertes cada día se aprende lo fácil que es perecer- dijo Max en voz alta, sin nadie en su oficina, como declarandole al aire espeso que lo rodeaba, que la obra que el hacía tenía consecuencias permanentes en la vida de uno.
-¿Dijiste algo papi?- Sonó la voz de Lisa detrás de la puerta de caoba.
-Estaba pensando en voz alta hija… Dejame terminar mis papeleos y me acompañas a hablar con Herr Bachmeier-
-¿Veremos a mama?
-No lo creo hija, pero si deseas podemos dejarle una rosa- Dijo Max con la voz apagada, mientras miraba los papeles en blanco apoyando la cabeza en su mano. Lisa no respondió y Max pudo oirla corriendo por la oficina, jugando, mirando…
-Siempre ha sido una niña curiosa y alegre, pero me gustaría que no se alejara siempre de mi sin decirme nada- pensó el y se forzó a posar su pluma sobre el formulario y comenzar a dejar un registro de lo irrelevante e inexistente, del cuerpo que dejó algún anciano en este mundo. No le gustaba mucho la idea de ir a dejarle flores a su esposa, aún le dolía pensar en ella. Nunca se quisieron mucho, ella era un tanto mediocre y no disfrutaba de muchas cosas.

Las calles eran frías y grises en Ahrensburg, los cielos eran raramente celestes y cada otoño parecía que los arboles permanecían más tiempo sin hojas. Mientras Max caminaba mirando como sus pies dejaban atrás la eterna calzada, escuchaba a Lisa saltando y jugando a su alrededor.
-Quedate cerca Lisa, no quiero que te pierdas- le dijo con la voz imperativa de un padre, pero al no escuchar una inmediata respuesta de su pequeña hija, levanto la mirada y la buscó a su alrededor. Solo estaban los grises contrastes, las tiendas cerradas y los esqueleticos arboles sin hojas. La angustia comenzo a trepar desde su pecho hasta sus sienes, como garras de gato desgarrando en su trayecto, hasta que fue tanta la desesperación que desde lo profundo de su pecho, Max gritó:
-¡Lisa! ¡LISA!, ¡¿Dónde estas?! ¡Ven aquí ahora mismo!-
Imágenes de la muerte de su esposa, de los meses de duelo y perdida comenzaron a revolver su cabeza. Lisa era todo lo que le quedaba, sus manitos de niña joven y su sonrisa inocente eran lo que hacía que el se levantara cada día a atender a los portavoces de muertos. Comezó a correr desesperado en busqueda de su pequeña, en la intersección de esa cuadra una mujer anciana iba pasando con una biblia en su mano, probablemente fuera a la iglesia.
-¿Ha visto a una pequeña rubia de ocho años, vistiendo una chaqueta negra?- Le preguntó dejando escapar toda su desesperación en sus palabras.
-No he visto a nadie desde que he salido de mi hogar a unas pocas cuadras de aquí, lo lamento- Dijo la señora, y se apuró a continuar su camino, demostrando una apatía e indeferencia un tanto tipica de la gente de Alemania del norte.
-Aquí estoy papi- Escuchó detrás de sí mientras veía a la señora alejarse y luego dio vuelta su mirada para encontrar a su pequeña Lisa detrás de el.
-¡Demonios! ¡¿Dónde estabas, quieres matarme de un susto?!- La rabia y el miedo se mezclaban en la garganta de Max al reprender a su hija, el logró aceptar la perdida de su esposa, pero jamas sería capaz de aceptar el abandono de su hija.
-Estaba persiguiendo a una ardilla papa, perdoname- Dijo Lisa con los ojos llorozos y la voz quebrando.
-Esta bien Lisa, sabes que me enojo por que te quiero. Perderte sería perder mi vida- Dijo eso mientras pensaba en la anciana, ¿Cómo es posible que no haya visto a la niña?, su cabello rubio resalta entre los grices de la calle.

Max y Lisa llegaron al cementerio “Neues Erde”, Lisa caminó en silencio el camino restante, casi como si no estuviera ahí. Max pensó lo ausente que era ella cuando no estaba saltando y riendo. Entraron al enorme parque y se dirijeron a la caseta del administrador.
-Quedate cerca Lisa, no tardaré mucho- Le dijo Max mirandola fijo a los ojos, atesorando esas cuencas celestes. Ella no dijo nada, soltó la mano de su padre y partió corriendo a jugar en los arboles cercanos.
Tocó la puerta de la caseta, la cual decía “Herr Bachmeier, Administrador”, quería entregarle los formularios para los funerales de la semana rapido y volver a su hogar a acostar a Lisa. No hubo respuesta, entonces Max tocó de nuevo y con más fuerza, pero aún no había respuesta.
-¡Maldición! Siempre es lo mismo, cada domingo este viejo gordo se va a beber mientras su mujer esta en la iglesia.- Dijo Max con rabia.
-¡Lisa, nos vamos a casa de una vez!- Max ya estaba acabado, sentía el abandono de todas las personas de su vida apuñalandolo. Incluso el gordo, ebrio y senil administrador del cementerio era incapaz de estar ahí para el, nisiquiera para aspectos laborales. Max dio vuelta su cabeza para buscar los rizos platinos de su hija, y sintió la angustia tomarlo por el cuello cuando nuevamente se encontró con un paisaje de colores que se funden, sin dar señales de su niña.
-No denuevo, porfavor no denuevo. ¡Lisa! ¡LISA! ¡LISAAAAAA! ¿Qué voy a hacer con esta niña, por que siempre se va de mi lado?-
Max comenzó a correr, sus pies daban fieros golpes contra el suelo, fue tanto el miedo que botó su maleta con los formularios, no importaba, solo importaba encontrar a Lisa. los ojos de Max comenzaron a humedeserce, no era pena, era angustia. Corrió a travez de las lapidas girando la cabeza rapidamente en busqueda de cualquier color o movimiento que no perteneciera a ese lugubre cementerio. Corrió sin parar, sin pensar en su cansancio, en su vida, en su soledad, corrió con la mente en blanco a la espera de cualquier señal de ella, sin encontrar nada. Cuando ya había pasado mucho tiempo y el cansancio era demasiado, comenzó a caminar, aún buscando a su hija. Reconoció el lugar por donde caminaba, era la zona del cementerio donde enterró a su esposa y a lo lejos divisó la tumba. Se acercó a la sucia lapida de su mujer, “Karla Schwarzstein, 1955 – 1987”. Era doloroso ver el apellido de Max al lado de ese nombre. El cansancio, el miedo, la rabia, la angustia, todo cesó por un segundo y Max se desplomó sobre sus rodillas frente al marmol de su mujer, se recostó de costado y sus ojos quedaron en frente de la lapida a la derecha de la de su esposa. En la lapida decía: “Lisa Schwarzstein, 1979 – 1987”.

Historia de la música


Actualmente conocida como República de Trova, este imperio dio origen a todos los músicos del mundo. El emperador de los trovadores (gente de Trova), ordenó que para identificar a cada individuo este debía componer una canción al convertirse en adulto, lo cual eran los quince años en los antiguos tiempos del imperio. Con esta “cedula de identidad” auditiva fue más fácil identificar a sus súbditos y hacer más fácil el trabajo de los soldados y guardias del rey de imponer la ley y traer seguridad a las frías y duras tierras trovadoras. Los sanguinarios soldados hacían sonar sus espadas contra criminales y gente que no tuviera su canción obligatoria, demostrando ser una herramienta muy útil para el control de inmigración y criminales. Durante siglos las canciones fueron plasmando las identidades de los trovadores, miles olvidadas, pocas recordadas. Como era tradición, el estilo e instrumentos utilizados para componer la identidad eran casi siempre herencia de los padres, y las familias comenzaron largas descendencias musicales. En los tiempos del imperio solo existían dos grandes familias: Los de Gregorio y la familia Clasic.
La familia de Gregorio, o también conocida como gregoriana, fueron una larga estirpe de sacerdotes y hombres de fe recluidos en monasterios e iglesias. Dados sus votos de pobreza inicial no contaban con instrumentos, por lo que sus canciones de identidad eran solo cantadas. Esta familia en sus principios eran extranjeros y no hablaban trovo (idioma oficial de Trova), lo cual explica porque en sus cantos las vocales se extienden tanto, ya que al desconocer el idioma se limitaban a entonar solo vocales y dejar que la imaginación de los guardias y soldados dieran sentido a lo que escuchaban. La familia Clásica, descendiente de la hermosa princesa Clásica, fueron la familia real de Trova durante la mayor parte de la historia. Reyes, príncipes, princesas, condes, duques… eran en su mayoría de esta familia de sangre azul. Dado su enorme poder poseían los más caros instrumentos del reino y el mayor conocimiento y practica de como manipularlos, lo cual daba lugar a hermosas creaciones instrumentales de la identidad de la realeza, sin embargo como ellos consideraban la voz una herramienta para guiar pueblos y dar órdenes, rara vez se les escuchaba cantar.  Hay historiadores que afirman que una porción de primos políticos de la princesa Clásica, tenían por tradición el canto y cuando el Duque Opér, se casa con la prima de la princesa, nació una estirpe de clásicos cantores, conocidos como opera.
Durante el imperio también habían pequeñas familias importantes como la familia Jazz, Folklor, Blues y Soul. Todas familias de enorme ascendencia e influencia en ciertas partes del imperio. La influencia del imperio fue decayendo mientras el resto de las familias influyentes fueron tomando cada vez más poder, mientras tanto la familia de Gregorio fue lentamente desapareciendo, quedando solo unos pocos. Cuando el mundo ya se encontraba en democracias, tecnología avanzada y totalitarismos, la tierra de Trova continuaba siendo una monarquía bajo el control de las familias influyentes, especialmente la familia de Jazz, Folklor y Blues. Los clásicos continuaban siendo la familia real oficial, sin embargo eran solo marionetas. Sin embargo no todo el país no podía continuar aislado de los progresos mundiales por siempre, a principios del siglo XX los jóvenes influenciados por las tecnologías e ideologías occidentales comenzaron a traer instrumentos eléctricos a la tierra de Trova, y en completa oposición con las tradiciones, los conservadores y la monarquía del país comenzaron a crear música propia, más simple, con un mensaje que se relacionaba más con los jóvenes, utilizando estos nuevos instrumentos para darle el sonido único que buscaban. El líder de este movimiento fue el héroe militar Pietro de Roll, quien luego de la guerra de la provincia de Country por su independencia de la influencia de la familia Folklor, fue condecorado con tres triángulos de oro (el mayor honor militar del ejército de Trova). Él fue el iniciador del movimiento el cual fue llamado en su honor “Rock & Roll”. Este grupo no tardó en crecer y en derrocar a las familias influyentes y a la obsoleta monarquía, para ser quienes dirigieron la tierra de Trova e instauraron la Republica de Trova, además de escribir su primera constitución democrática.
Pocas décadas de instaurada la república el partido demócrata Rock (único partido en ese tiempo de Trova), se sirvió de los grupos Metal para resguardar la estabilidad política de la Republica. Estos grupos mantenían la herencia estética de sus ascendientes vikingos (pelo largo, barba y una agresividad distintiva), pero eran lo más fieles creyentes de Pietro de Roll, llegando a eliminar los sonidos naturales de su música de identidad, dejando solo sonidos modernos y de instrumentos tecnológicos. Sin embargo durante la guerra fría (mediados del siglo XX) EE.UU entró en guerra con la república de Trova para derrocar el único partido que la gobernaba (lo cual parecía socialista para los americanos). Sin recibir mucho apoyo de la URSS, trova y su partido Rock cedieron ante las tropas estadounidenses, rindiéndose en 1944. En 1947 se llevan a cabo las primeras elecciones en las cuales gana un partido simpatizante con la influencia occidental neoliberalista, el partido Pop. Compuesto por jóvenes quienes construyeron sus canciones de identidad bajo la ocupación militar de EE.UU, este partido escribió una segunda constitución, impuso un régimen neoliberal y ayudó a que las tropas americanas se retiraran de la soberanía trovadora. Actualmente la republica sigue siendo gobernada por el partido Pop, pero con fuertes influencias de la coalición por los sonidos irreales (CPSI), también conocidos como Techno.
Durante todo este tiempo, los trovadores nunca han utilizado un documento de identidad, sino que han utilizado sus composiciones musicales para identificarse, y como bien podemos ver, esto ha definido su historia, política y lo seguirá haciendo. Sin embargo actualmente las viejas familias que solían ser influyentes luchan contra el fenómeno de Globalización, el cual reduce cada vez más el traspaso de su herencia musical.