...Y ya más de medio siglo ha pasado desde esos grises días de violencia y descontento en Chile, y aquí nos encontramos siendo testigos de cómo los nietos de aquellos estudiantes lucharon contra el sistema capitalista que había fallado, trayendo miseria a sus hogares y descontento en sus calles, luchan ahora por causas diferentes, con métodos diferentes, pero con un móvil similar: Exigir cambios en el sistema para beneficiar a una mayoría, que ya por mucho tiempo se siente pisoteada por el móvil insertado en la sociedad de producir, generar y consumir. Este círculo de producción y consumo tomó como víctima a la sociedad, política y economía de Chile en los años '30, quienes vieron derrumbarse los pilares de su paradigma y se vieron obligados (los estudiantes) a luchar por derrumbar sus cimientos, para poder comenzar a reconstruir. Hoy vemos que aquellos pilares están abajo, pero los cimientos son los mismos, y hoy la educación es la que sufre de estos ideales insertados en el pensamiento contemporáneo, pasando de ser una necesidad, incluso un derecho, a un simple producto, tal y como lo es un comestible en un supermercado. Las universidades dejaron sus promesas de instruir jóvenes mentes para levantar este país hacia un futuro mejor en sus cartas de presentación, y cambiaron la vocación de servicio público, por la remuneración económica de un servicio privado. Aranceles, sueldos y matriculas, hacen de las universidades y colegios empresas en las que inversores exigen ver resultados. Pero si fuésemos a pregúntale a un inversor de la educación, cuales son los resultados que el mira al final del año, este nos respondería en números, porcentajes y ganancias. Pero la imposibilidad e impotencia de los estudiantes esta en encontrar un inversor que vea su inversión crecer en profesionales de calidad, educación para todos, y el infinito placer de saber que su dinero está haciendo historia, está estrechando las brechas sociales de este país mediante la entrega de oportunidades igualitarias. Vemos en los años '30 la decadencia de nuestra sociedad, la violencia, las muertes, las ansias de cambio y el descontento y desconfianza con el sistema. Vemos lo mismo hoy en día, y solo nos queda preguntarnos ¿Será que han cambiado las caras, pero la lucha sigue siendo la misma?